Como todos saben la devotísima imagen de Nuestra Señora de
Guadalupe se muestra sutilmente representada sobre un
áspero tejido de fibra de Maguey. Y sin protección de vidrieras
ni cristales estuvo expuesta cerca de 116 años, recibiendo
cientos de miles de caricias de aquellos peregrinos que llegaban
de los más remotos parajes a pagar con sus dádivas algún tipo de
manda. Lo curioso, es que a pesar de ello sus colores sobreviven
a casi cinco siglos de exhibición, con una proporción de colores y
una nitidez sorprendente.

En verdad, el único consuelo de aquellos hombres
amenazados por el sacrificio y la esclavitud de hierro,
fue aquella prueba de amor de la doncella guadalupana,
con semblante tímido y vientre preñado, que a buena
hora persuadió la naturaleza e intercedió en su defensa
para llevar de la mano por el camino que conduce a Dios
a todos los fieles, sin importar raza. De ahí que en
agradecimiento, tanto en hogares como en los negocios de
humildes y adinerados, siempre está presente su
policromado retrato.